La importancia de los primeros años de vida del niño

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"Madres del Mundo"
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La infancia temprana es aquella que comprende 

a los niños y niñas de 0 a 3 años, periodo en que 
se sientan las bases de todo el desarrollo posterior del individuo.


Este periodo es de crucial importancia, puesto que

tiene lugar procesos neurofisiológicos que 
configuran las conexiones y las funciones 
del cerebro, las cuales definen en parte importante 
la naturaleza y la amplitud de las capacidades adultas. 
Se sabe que el cerebro es el órgano que controla las
principales funciones de todos los mamíferos
(metabolismo, reproducción, respiración, sistema cardiovascular, 
sistema inmunitario, emociones, comportamiento, 
respuesta a la tensión y a los peligros, aprendizaje y otras funciones),
 este cerebro se desarrolla en un 80% en los tres primeros años 
de vida y los en los siguientes dos años se desarrolla 
en un 10 por ciento más,
 es decir que hasta los 5 años, el cerebro humano 
se ha desarrollado en un 90%.


El cerebro está formado por miles de millones

 de neuronas y son los estímulos (la experiencia) 
a los que están expuestas esas neuronas en los períodos esenciales 
y sensoriales tempranos del desarrollo (inclusive en el útero) los que
 determinan muchas de las funciones del cerebro.  
 Las experiencias que tenga el niño afectaran la formación 
de las conexiones (sinapsis) entre las neuronas para establecer vías 
del cerebro que rigen o controlan nuestras respuestas intelectuales,
emocionales, psicológicas y físicas a los estímulos.
  El desarrollo del cerebro es, en los tres primeros años de vida, 
es el eje central del desarrollo integral del niño, ya que es en este 
período cuando deben ocurrir los eventos más importantes
 de su maduración.
 El trato amoroso, la estimulación de sus capacidades lingüísticas,
 motoras e intelectuales y el juego son esenciales para que los niños 
tengan un potencial integro para ser excelentes estudiantes y ciudadanos, 
listos para seguir formando sus capacidades durante el resto de la vida. 
Los cuidados y atenciones que reciba el niño en esta etapa, es lo que le 
permitirá sobrevivir y estar físicamente sano.


Ventanas de oportunidad:   Para alcanzar los más altos niveles 

de desarrollo cerebral a través de la interacción con el ambiente 
es crucial la oportunidad, es decir, el momento de la vida en que
 ésta ocurre: si bien el aprendizaje continúa a través de todo el ciclo 
de vida, hay tiempos específicos para que se realice en forma óptima.
Puesto que las diferentes regiones del cerebro maduran en distintos 
momentos, cada una de ellas es más sensible a distintas experiencias 
en diferentes edades y, por esta razón, durante estos períodos críticos,
 el cerebro es particularmente eficiente ante particulares tipos de aprendizaje
 y susceptible de ser alterado en su arquitectura,
 a esto se llama plasticidad cerebral.
Así, por ejemplo, al mes de vida hay intensa actividad en las áreas cortical 
y subcortical, las cuales controlan las funciones sensorial y motriz.
La actividad cortical se eleva entre el segundo y el tercer mes de vida,
 tiempo primordial para la estimulación visual y auditiva. Cerca del octavo
 mes, la corteza frontal muestra una actividad metabólica incrementada; 
esta área del cerebro regula las emociones y el pensamiento, 
y se encuentra en plena actividad al momento en que el niño avanza 
en la autorregulación y fortalece su apego con sus cuidadores primarios.

Estas ventanas de oportunidades, de acuerdo con las investigaciones,
no se extienden más allá de los diez o doce años de edad.
Esto no quiere decir que pasado el tiempo primordial para cada zona 
del cerebro, su desarrollo esté vedado irreversiblemente.
 Más bien se quiere decir que luego de este momento,
 la oportunidad para trazar cierta clase de senderos neuronales 
disminuye sensiblemente, pues requiere mayor tiempo y estimulación 
para ser logrado.
En consecuencia, la plasticidad cerebral es especialmente alta durante
la primera década de vida.
Pasado este período, si bien sigue siendo posible, tiende a ser menor,
 en la medida en que requiere mayor estímulo y tiempo. 
Los aprendizajes del niño no solo se refieren a respuestas motoras 
o cognitivas, brindar un ambiente cálido y estimulante al niño tiene
 un gran impacto en su desarrollo emocional, lo protegerá del estrés,
 le brindará alegría y seguridad. Cuando un niño se siente amado y querido, 
su cerebro produce altos niveles de serotonina, lo cual aumenta el número 
de conexiones o sinapsis, cuando la hormona cortisol esta elevada durante 
situaciones estresantes, esta impide la transmisión de serotonina al cerebro 
y anula el aprendizaje.

Los primeros años de vida son cruciales. Los niños y niñas que reciben 
protección y cariño durante su primera infancia tienen más probabilidades 
de sobrevivir y crecer saludablemente, de padecer menos enfermedades 
y trastornos y de desarrollar al completo sus aptitudes cognitivas, lingüísticas, 
emocionales y sociales. Es también más probable que sean buenos estudiantes 
cuando comiencen la escuela, y como adolescentes tendrºán una mayor autoestima. 
Y más adelante en la vida, tendrán más posibilidades de convertirse en miembros 
creativos y productivos de la sociedad.
 (UNICEF)


Belén María Bloksa

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